sábado, 1 de agosto de 2009

Prisión

Los murmullos de pasos avanzan por el corredero, carcelero con faz seria y marcada de experiencias aporrea los barrotes de las celdas elevando su grave voz por encima del barullo.
Bosque de barrotes, de lágrimas y sangre. Paredes con pintura descorchada, caída a cachos, techos húmedos, abundantes goteras.
El habitante libre, el eco, se mofa de los presos, que desesperados lanzan alaridos y golpean sus cuerpos. Viven la desesperación.
Condiciones infrahumanas, hongos no descubiertos crecen alrededor de los retretes en las jaulas de metal.
Delicuentes e inocentes, todos los que habitan bajo ese techo de mares, corren la misma suerte ratas les proporcionan masajes nocturnos recorriendo sus lechos.
Infierno metálico, que solo puede ser olvidado cuando los ojos desaparecen tras los párpados.