martes, 29 de diciembre de 2009

La cocina de la escritura - Daniel Cassany

Libro de deber, mas con aspecto interesante. He comenzado (por fin) a leer este manual y ya tengo aspectos que comentar. Algunos autores (en su defecto escritores) pecan de excesiva modestia, en este caso, pecan de igualar los dones de unos con la ignorancia de otros. El señor Cassany, ha afirmado rotundamente en el prólogo del libro, que da titulo a esta entrada, que la palabra escritor está rodeada de un aura de secretismo y de "importancia" que no se merece. El lector y el hablador son personas que no tienen por qué tener don alguno, no tienen que nacer especialistas ni con vocación, si quieren hacer su función normalmente. Pero claro que hay personas con un don para hablar, gente carismática, agradable, locuaz e influyente. Por supuesto que hay buenos lectores y malos lectores, hay gente que le gusta leer y lo hace con un nivel de comprensión y rapidez increíbles. Por eso señor Cassany, no me niegue el derecho a decir que hay escritores que nacen, y que con todo mi derecho y razón que me confiero sola, puedo afirmar que son verdaderos esos "prejuicios" que rodean de secretismo a ese sustantivo tan maravilloso: escritor.

El escritor es una persona con cultura, formado, ingenioso, imaginativo, que debe de conocer las reglas de nuestras lengua y ella misma, que debe mantener un amor secreto (y volvemos a repetir ese adjetivo) con las palabras, la sintanxis, las irregularidades, la semántica...
El escritor es una leyenda. Es aquel del que se ha oído hablar. Es aquel que te hace volar e imaginar, aquel que hace que olvides el mundo, el ocio actual, que solo quieras seguir leyendo sus magnificas palabras.

Cualquiera, desde mi punto de vista, no es capaz de eso. Los que hayan nacido y los que tras mucho trabajo y formación son los que pueden llegar a calificarse como ESCRITORES.


De parte de una ligeramente ofendida aprendiz de escritora.

jueves, 10 de diciembre de 2009

¡Ey, tío! - ¡Hey, Man!

¡A la porra! ¿Sabéis que os digo? ¡A la real porra!
Se me ha ido la inspiración, me he convertido en una más de esas carcasas vacías que forman nuestro sistema, se me ha evaporado la imaginación, he dejado de ser niña, he dejado de soñar con cuentos inverosímiles a fuerza de tener que vivir el día a día.
Y no me gusta nada, quiero volver a soñar despierta y pensar que soy la heroína de un grupo de adolescentes alocados, que tengo poderes y me lo paso pipa con ellos, que conozco a quien me venga en gana...
Quiero tener inocencia, quiero volver a la niñez...
Quiero volver a imaginarme damas de expresión lánguida, de pálida piel, bajo una luna real, real de la realeza, plateada como si realmente estuviera hecho del metal precioso. Quiero seguirlas con la mirada y ver como su belleza me admira, como sus corsés y faldas largas y negras me fascinan, como sus gargantillas me crean una envidia silenciosa. Quiero volver a verlas, las hecho de menos, más que a todos mis personajes de mis libros inacabados, quiero ver a mis preciosas criaturas de la noche. Quiero volver a sentirme orgullosa de imitarlas, de salir a la calle con mi corsé, con mi tez pálida, con mi pelo azabache, mi sombra de ojos negra como la noche.
Quiero volver a tener personalidad.
La rutina me la ha arrebatado, sin darme cuenta en mi armario han aparecido jerséis entallados, de lanita, y de colores que había olvidado. Me empiezo a vestir como los demás, empiezo a pensar como el resto. Cada vez, cada día, me siento más normal, más... corriente.
A un ritmo vertiginoso ha desaparecido todo eso de mí, y me descubro mirando a las góticas de Madrid y pensando: "Si es que no saben como vestirse", "yo no me pondría eso con eso...", "vaya desperdicio de corsé", "¡Qué es ese batiburrillo de ropa negra!Tenía mucho mejor gusto..." y en otras ocasiones (he de aclarar que desgraciadamente las que menos): "Va como una princesa" "Me encanta esa falda... ¿dónde la compraría?" "Que maquillaje tan sumamente genial..." Pero ¿Cuándo me pongo yo todo eso? ¿Con qué dinero me compro un fondo de armario de princesa de la oscuridad?...
Se me han quitado las ganas de disfrazarme, porque por mucho que los góticos salvajes nieguen, que afirmen que esa es su forma de expresarse... vale, puede ser tu forma de sacar al exterior tus gustos, pero no deja de ser un disfraz. No deja de ser una máscara con la que te tapas la cara y te das un nuevo aspecto. Ese que quieres, ese del que te orgulleces, ese que tanto admiras.
Decía, se me han quitado las ganas de disfrazarme, de sacar la niña que llevo dentro y ponerme esos corsés tan preciosos, de crear modelos en mi mente, modelos con los que arrasaría en un baile celebrado sobre un lago helado bajo una luna llena, tan bonita, tan preciosa, que aunque sea sentimentalmente, es más importante que el Sol.
Quiero bailar con un vestido corseteado, barroco hasta morir, al compás de una orquesta de cuerda, que el tono triste y melancólico de los violines y violonchelos muevan mis pies.
Quiero vivir el cuento que cada noche me imaginaba... quiero volver a ser una princesa...


p.d: puto Green Day que me hace reflexionar y pensar... malditos bastardos, como los quiero...