Atentando con mi silenciosa y personal promesa de no volver a escribir nada íntimo (excluyendo, claramente, literatura) en este blog, me adentro a desahogarme a un público inexistente.
Tras un infierno bastante terrenal, denominado por el pueblo como "Selectividad", que ya no tanto los éxamenes como la preparación, me tuve que enfrentar a una gran indecisión que era de suma importancia: "Y ahora ¿qué?"
No hay ninguna carrera cuyo futuro sea específicamente el de escritora. Así que, tras muchas angustias, lloros y gritos mi elección se posó en el grado de Publicidad y Relaciones Públicas.
¿Realmente? No me convencía, ni me convence.
Soy una persona tirando a solitaria, que prefiere encerrarse en casa con un buen libro que socializar. Eso de ser el líder de la manada nunca fue lo mío. Un trabajo tranquilo, individual, acogedor, elaborado...
Mi mejor amigo... el ordenador.
Pero, por ironía del destino, he acabado cursando primero de una carrera totalmente grupal, cara al público y de competencia máxima...
He salido por mi propio pie de mi hábitat y me metido a la boca del lobo.
Estos estudios, esta carrera, no me supone un reto a superar. No me supone un estímulo.
Es una gran losa caída del cielo sobre mi espíritu emprendedor.
Y... ¿Ahora qué?
3 comentarios:
Muy buena pregunta... Y ahora, ¿qué?
Pdrá ser distinto en todos los sentidos, igual de solas y tantos caminos que van a caer al abismo, pero compartimos es maldita misma pregunta
y ahora ¿qué hago yo con mi vida? ¿Hacia dónde camino? ¿Acaso importa siquiera? Pues sí. Que va, si nunca terminarás trabajando de eso, ¿para qué vas a hacerlo? Pero tampoco vas a trabajar nunca de lo otro. ¿Qué elijo? Me gusta. Yo no quiero trabajar de eso. No me apetece ir a clase. ¡Dios, me encanta esta asignatura! Quiero vivir mi vida.
Y ahora... ¿qué?
Como me dijo alguien una vez, como he terminado haciendo, así como me muerdo los labios para no llorar cuando otros me hablan de su vocación que es la mia... le he dado una oportunidad. Y a seguir luchando contra lo que has decidido hacer para así, al menos, tener algo que hacer; algo que te gusta, al fin y al cabo, aunque no sea lo más importante de tu vida, cuando justamente eso es lo que vuela y tu sólo puedes perseguir, ¿no?
Siempre hay que perseguir un sueño, pero no olvidarse de que hay tierra debajo de nuestros pies
Pero resulta tan difícil recordarlo... por mucho que digan que la imaginación tiene alas, hasta el pájaro teme la primera vez que alza el vuelo
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